El inicio de la presente campaña para el Sunderland hacía presagiar lo peor. Steve Bruce no conseguía sacar partido de una plantilla falta de carácter y el equipo llegaba a finales de noviembre con unos registros claramente orientados al descenso. La presupuesta destitución no se hizo esperar. El Sunderland coqueteaba con los puestos de cola, tan solo a dos puntos de la “zona roja” de la tabla. Once puntos en trece partidos de liga y un pobre balance goleador (en parte por la sonada marcha de Asamoah Gyan) le daban la puntilla a Bruce.
Con la marcha de éste, el nombre de Martin O’Neill volvía a
flotar inmediatamente en el aire. Volvía a sonar el que había sido objeto de
reclamo y carne de rumores para dirigir a otros muchos clubes ingleses desde
que abandonó en “extrañas” circunstancias el Aston Villa, allá por 2010. Tres
años de contrato certificaron el compromiso de O’Neill con los Black Cats. Firmaba con el club inglés que,
según él mismo, siempre apoyó desde que era un chaval.
Martin O'Neill, celebrando un gol vs Blackburn Rovers |
Los resultados no se han hecho esperar y han vuelto a
corroborar lo que muchos ya sabíamos: estamos ante un grandísimo técnico. El
Sunderland tan solo ha perdido en dos de los últimos diez partidos, cosechando
la friolera de siete victorias. El dato es demoledor: si la Premier League
hubiese comenzado el día 11 de diciembre (primer partido en el banco de su
nuevo equipo frente al Blackburn Rovers), los chicos del Stadium of Light
liderarían la tabla clasificatoria. Su última hazaña, salir victoriosos del
Britannia Stadium (fortaleza del Stoke City) sobreponiéndose a la intensa
nevada que tuvo lugar durante el partido. Hecho que recubrió de epicidad unos
tres puntos que, ya de por sí, se antojaban complicadísimos. No estamos
hablando de un Manchester City, Chelsea o Arsenal, por ejemplo. Clubes que,
pese a sus peores o mejores estados de forma, tienen capacidad, empuje y
calidad individual para salir de situaciones completamente adversas en un
momento determinado. Estamos hablando de un club con unos recursos (y
plantilla) bastante limitados. Quizá suficientes para salvarse con
tranquilidad, pero no para colocarse octavos y capaces de pelear por seguir
subiendo. He ahí la explotación máxima disponiendo de lo mínimo. He ahí donde
se ve el nivel de un técnico TOP.
No hay mayor reconocimiento en el mundo del fútbol que los
resultados, y Martin O’Neill puede presumir de estar llevado al Sunderland
hacia una racha envidiable. Un equipo prácticamente señalado para luchar por no
descender hace apenas escasos meses, ha conseguido instalarse en la mitad alta
de la clasificación. Pero más importante que eso, es la mentalidad con la que
ahora se afrontan los encuentros. Suele decirse que el fútbol son estados de
ánimo. Sin duda, O’Neill era la persona idónea para insuflar energía a cada
futbolista que el domingo se calza la elástica rojiblanca. La energía se
convierte en carácter; el carácter, en fútbol.